Tal era el estado de oración que mientras estaba orando su semblante cambio totalmente apareciendo diferente al que conocían y sus ropas se volvieron blancas, luminosas y refulgentes.
Y vieron como aparecían junto a Él dos extraños personajes que conversaban con Él, y los cuáles supieron después que eran Moisés y Elías.
Aparecieron de forma gloriosa, luminosos, y escucharon cómo hablando con Él le referían de cómo sería su salida de este mundo, la cuál sucedería en Jerusalén.
Pedro, Santiago y Juan estaban envueltos en un ambiente tan celestial que parecían estar durmiendo y soñando al tiempo.
Entonces, reaccionando, fueron testigos plenos de la gloria luminosa de Jesús y de los dos extraños personajes que le acompañaban, y como vieron que se disponían a despedirse de Él,